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"Nosotros somos el pincel de este lienzo que llamamos vida." Solare Vel'shará.
El Sol apareció en el horizonte del Alto Reino, acompañado de un llanto que sonó en todo el pueblo. Aquel llanto solo traería una sensación,
alegría. En uno de los pueblos más alejados de la recién fundada Lunargenta, nació la primera niña de cabellos rubios como los destellos del Sol y unos ojos blancos llenos de brillo. Era un lugar pequeño, y entre todos se conocían, por ello todos esperaban el nacimiento de la pequeña y recién nombrada Solare, cuyo nombre significaba "la sonrisa del Sol". La mayoría de los que conformaban aquella pequeña comarca eran familiares o amigos cercanos que estaban todos bajo la tutela del padre de Solare. Vivían a base de recolección, ganadería, agricultura y demás, pero muy apegados a la divina y recién creada Fuente del Sol, ya que pese a la distancia, ellos sentían su pureza.
Solare creció muy apegada a la madre de su padre, más esta era la que todo lo sabía. Desde muy chica, aprendió lo que era ayudar a los demás mediante curas y tratamientos medicinales naturales. Yiselle Vel'shará, era un médico prodigio y le llenaba de orgullo saber que su descendencia quería formar parte de ello. Por otro lado, su padre la instruyó en el arte de la supervivencia en el Bosque de Canción Eterna, además del uso del arco y la herbostería. Su vida se relató de la misma manera durante mucho tiempo, viviendo junto a su familia hasta el día que decidió alistarse a la gran reconocida milicia de los Errantes. Sus habilidades con el arco eran buenas y su convicción aún más, por lo que no dudó en intentar pasar las pruebas de admisión.
Las pruebas fueron duras, pero no tanto como para no darle un puesto entre la nueva fila de reclutas. Nada más haber sido aceptada, la tensión que su pueblo vivía contra los trols Amani entro en erupción poniendo a las tropas de los Altos Elfos en plena lucha encarnizada por el territorio. Los trols avanzaban por el sur con gran fuerza y los forestales no podían repelerlos en su totalidad, por lo que el pequeño pueblo natal de Solare fue arrasado junto con sus habitantes, quedando solo ella como la última Vel'shará.
"No pude hacer nada..." -era la frase que se repetía constantemente así misma.
EN PROCESO.
El Sol apareció en el horizonte del Alto Reino, acompañado de un llanto que sonó en todo el pueblo. Aquel llanto solo traería una sensación,
alegría. En uno de los pueblos más alejados de la recién fundada Lunargenta, nació la primera niña de cabellos rubios como los destellos del Sol y unos ojos blancos llenos de brillo. Era un lugar pequeño, y entre todos se conocían, por ello todos esperaban el nacimiento de la pequeña y recién nombrada Solare, cuyo nombre significaba "la sonrisa del Sol". La mayoría de los que conformaban aquella pequeña comarca eran familiares o amigos cercanos que estaban todos bajo la tutela del padre de Solare. Vivían a base de recolección, ganadería, agricultura y demás, pero muy apegados a la divina y recién creada Fuente del Sol, ya que pese a la distancia, ellos sentían su pureza.
Solare creció muy apegada a la madre de su padre, más esta era la que todo lo sabía. Desde muy chica, aprendió lo que era ayudar a los demás mediante curas y tratamientos medicinales naturales. Yiselle Vel'shará, era un médico prodigio y le llenaba de orgullo saber que su descendencia quería formar parte de ello. Por otro lado, su padre la instruyó en el arte de la supervivencia en el Bosque de Canción Eterna, además del uso del arco y la herbostería. Su vida se relató de la misma manera durante mucho tiempo, viviendo junto a su familia hasta el día que decidió alistarse a la gran reconocida milicia de los Errantes. Sus habilidades con el arco eran buenas y su convicción aún más, por lo que no dudó en intentar pasar las pruebas de admisión.
Las pruebas fueron duras, pero no tanto como para no darle un puesto entre la nueva fila de reclutas. Nada más haber sido aceptada, la tensión que su pueblo vivía contra los trols Amani entro en erupción poniendo a las tropas de los Altos Elfos en plena lucha encarnizada por el territorio. Los trols avanzaban por el sur con gran fuerza y los forestales no podían repelerlos en su totalidad, por lo que el pequeño pueblo natal de Solare fue arrasado junto con sus habitantes, quedando solo ella como la última Vel'shará.
"No pude hacer nada..." -era la frase que se repetía constantemente así misma.
EN PROCESO.
