La Orden Sañadiente

Sanira había reunido a dos individuos, Huka de la tribu Lanzanegra y Zel'gan de los Sañadiente, su lealtad con la aldea trol no parecía indiferente pero su deseo por apoderarse del valle era eclipsante. Tratando de mostrar cuya deidad Jan'alai tenia fe en su tan amada misión, arrebató una pluma a su amable dracohalcón con pocas semanas de vida.

Si bien el Loa no demostró señal por la misión de Sanira, que decepcionada esta trató de explicarse al resto, los trols presentes aceptaron el concilio en búsqueda de conciliación de unir a las tribus de los trols del bosque contra las amenazas del valle y apoderarse de este territorio que pertenecía a los Amani. ¿Pero cómo podían llegar a ello?

Su objetivo era distante, peligroso y arriesgado, la alianza con otras tribus era casi un sueño.
Tras discutir sus objetivos era obvio que no podrían aventurarse más allá de los acantilados sin aliados, y sin dudarlo sin tener como defenderse de un asalto de tribus enemigas, es por esto que Sanira y Zel'gan se encaminaron hacia el cazador maestro Darwwita, cuya reputación como fanfarrón se hizo de notar cuando por poco rechaza la ayuda de ambos jóvenes. Pero dispuesto a hacer menos de su tarea, este accedio con tal de no tener que encargarse de la elaboración de lanzas para la tribu.

Con la promesa de que este sea el pequeño grano de arena que necesitan para seguir el sendero que buscan.




Sesión de rol de una horilla, para que mi personaje informara de esta trama on-rol a los personajes.

Sanira reclutará a los personajes On-rol para que se unan a la trama que tiene como objetivo consolidar a las tribus trols de Tierras del Interior bajo un solo estandarte. Es imposible saber si será una misión que se logre o falle pero la idea es independiente de las consecuencias formar un bonito rol que entre en conflicto con nuestros despreciables amigos los Altos elfos y enanos martillo salvaje.

Sanira y Zel'gan yacían corriendo en los yermos, a trotes cansados intercambiando en quién lideraba la apresurada marcha, la cuestión era regresar al Poblado Sañadiente tras el fatídico encuentro con loquesea que haya sido aquella bruma oscura formada por algas casi muertas y unos ojos centellantes apenas visibles dentro del agua.

Habitaba en los fines del caudal del gran rio que separa Tierras del Interior, apropiándose de todo lo que caiga desde la cascada y lo que hubo en el fondo antes que el, solo existen mitos, rumores, leyendas que hablan acerca la criatura que avistaron ambos jóvenes, dicen que pueden sentir cuando pones un pie en esas aguas tan lejanas, cualquier pesca que trates de tomar lo enfurecerá. Los pescadores Sañadiente, ahora plagando la costa cercana del poblado, eran conocedores de las advertencias y acusaban de mal juju a esas aguas mientras el Tragamareas habitara en ellas.

El Tragamareas era un nombre, porque allá donde la criatura formada por algas pútridas apareciera el mar se llenaba de moho y otras viscosidades. Nadie sabe donde se oculta, o donde puede estar, pero si una cosa es cierta es que nadie se acercará a ese mal, prefiriendo no comer pargo ni salmón antes que enfrentar un espíritu corroído del mar.

Spoiler:

Sanira se reunió con Zel'gan bajo la sombra del Pobladosañadiente, donde la penumbra de la mañana contrastaba con la luz naciente de más allá de las montañas, rodeándose de aliados como el lanzahachas Vezzul y el experimentado Zunabar marcharon en búsqueda de la criatura cuando el sol se asomó desde los acantilados y los cegó. Así fue como se encaminaron hacia esa red de arboledas que se deslizaban hasta una pequeña costa donde la playa era una débil frontera entre bosque y mar.
Encaminándose por casi dos horas hacia el norte, habrían llegado hasta el cantar de la cascada que permanecía oculta entre grandes robles que escalaban por el acantilado. El riachuelo, más allá del impacto del agua, fue plagado por una peste musgosa que alertaba que la criatura Tragamareas se encontraba merodeando, asentada en esta ya no solo amenazaba a los pescadores, sino con expandirse más allá y hacer suya esta cascada para siempre. Pudo ser un peligro en el que no pensaron los trols al embarcarse en la misión.

Dispuestos a destruir el fetiche del monstruo que absorbía los mares con masas de algas muertas, limpiaban las aguas del lago arrebatando entre los machos los estragos que causó sobre el agua. El infortunio sucedió cuando Vezzul atrapó su mano al tratar de sacar una vieja raíz, esta se trepó sobre su mano y lo enredó, atrapado trató de liberarse pero pronto la enredadera se extendería hasta su codo y hombro sumergiéndolo hasta amenazar con ahogar su cabeza dentro del agua. De no ser por Zunabar, pues la ayuda de Zel'gan carecía de la fuerza suficiente, este pudo haber sido arrastrado por las raíces muertas.
Pero esto no provocó más que la cólera de la criatura que enfrentó a los Trols del Bosque, moldeándose con trasgos de raíces, musgo, algas, putrefacción, hongos y dos centellantes luces rubí que miraron a los Trols. Brotaron raíces, el agua se agitaba, el temor anidaba...

Pero sobrevivieron. No con una victoria pero si con un rastro que seguir para buscar la manera de dar fin a esta criatura, gracias a Zunabar, el ojo de la bestia cayó al suelo pudiendo ser la pista que les faltaba para conseguir su prometido. Sanira se sentía confiada en que así seria, solo debían encontrar la manera de reconocer su error, de encontrar una solución y de vencer al Tragamareas.

Spoiler:

Sanira y Vezzul fueron testigos de lo que había estado sucediendo, gracias al místico mago trol Juma.
Un trol de la tribu Sañadiente cuya fuerza no era superior a un guerrero pero tampoco era escuálido, fue una bendición que haya adoptado las artes místicas y honrara la magia que dotaba el panteón de Jan'alai, se trataba de un mago aislado en una vivienda alejada del corazón de los Sañadiente, cuya presencia en la tribu fue olvidada por su poca presencia y solo contactando con mercaderes o cazadores que le prestaran comida a cambio de ritos que realizaba en su cabaña dentro de la playa.

Encandeciendo el ojo de la bestia con distintos conjuros hizo que los tres presentes, el, Sanira y Vezzul, abrieran un tercer ojo al enlazarlo con el de la criatura para poder observar lo que sucedía, lo que había provocado a la entidad primigenia a atacar a los pescadores y apoderarse de las aguas. Las siluetas eran entornadas y borrosas pues no dejaban distinguir mucho más que a ellos mismos, dos trols, uno enorme y estoico acompañado de un segundo más delgado y que parecía ataviado en telas, ambos arrastraban un cristal dentro de una caverna. ¿Donde? El ruido de la cascada penetraba los oídos y alertaba de su posición, el cristal fue colocado y dos gemas se alzaron frente a este, la hechicería se apoderó de los tres objetos mientras algo corrompía las aguas dentro de la caverna.

La forma que tomó era arbórea, con flora de pantano, raíces y ojos incandescentes con un color feérico azulado. Sin embargo, la criatura mostró perturbación en su figura, se movía errático y chocaba contra las paredes mientras trataba de detener lo que sea que lo afligiera. El cristal era poderoso, pero fue aún más el hechicero capaz de usar las dos gemas rubí para esclavizar a la criatura.


Se escuchó un enorme chillido, uno de terror y todo se estremeció, la visión se tornó catastrófica cuando las figuras trataron de levantarse contra los espías del futuro presente. Y despertaron, desorientados y casi asesinados, o eso creían, tomaron la gema devuelta bajo una desconfianza en los ojos del mago y se retiraron de las proximidades no sin una advertencia: Esto no es el ojo de una bestia, es el ojo de la tormenta.

Ese cristal cuyo poder era deseable debía ser destruido o poseído, la criatura debería ser exterminada o sosegada del yugo. ¿Y los trols? Casi era imposible conocer la tribu que había hecho esta artimaña, si lo había hecho por odio hacia los Sañadiente o por ambición, pero si una cosa era cierta, era que ahora los trols del Poblado tendrían su mirada atenta sobre estos saboteadores de magia y músculo.

Spoiler: