[Masteo] Trófeo de Halcón Peregrino

Con la brisa fresca de la temporada acompañada del sol apenas nublado la habitación de Rebecca y Chasse Fournier, entre muchas de las alcobas de la Posada de Villa del Lago fueron invadidas por refugiados sin hogar tras la devastación del fuego vil en la Aldea. No solo los rumores eran devastadores para la villa pesquera sino que también sus habitantes lo eran, exigiendo y rogando por salud en este tiempo, los visitantes se hacían más escasos, los comerciantes eran emboscados por gnolls e incluso la ayuda prestada por voluntarios de otras tierras rehúye gracias a los mitos y leyendas creados por la presencia demoniaca.

Los murmullos despertaron a la pelirroja montaraz quién no demoró en vestirse, tomando su prenda y vistiendo encima el barato equipo prestado por los soldados cuando se ofreció a defender el pueblo en el embate Gnoll. La lucha le dificulto una energía excepcional, sintiéndose agarrotada por el esfuerzo del combate, con su mirada nublada se sentó un momento antes de cubrirse con su caperuza aún en la silla, no demoró demasiado tras un descanso necesario, ya sea por la agitada noche o el conflicto con las hienas, se vuelve a alzar para equiparse.

La sorpresa realmente no fue ninguna, ambos personajes empacaron sus pobres aposentos al menos para la cazadora y se retiraron, sabiendo que una familia sin el eslabón materno ahora tenía un refugio. Pero Rebecca indudablemente no iba a permitir que realmente este suceso, la perdida de Artaris y Beatriz, entre otros, amargara los ánimos que necesitaba ella y su pareja en este momento crudo de realidad. Aunando una sonrisa engatusó a Chasse para que le acompañara con la promesa de recuperar una flecha, más tarde confesaría que en realidad es un abalorio, y mucho después, su bolso, realmente era confuso pues su habilidad para mentir no era destacable de ninguna manera mucho menos frente los ojos de quién transforma su ser en algo más torpe y confuso de lo que acostumbraba.

La verdad era que el hace no más de dos días habia tratado de cazar a unos aguilones peregrinos que anidaban en la cima de las montañas, en un peñasco muy cerca de un árbol pero estas criaturas se alejaron pero ella resistió en el lugar, aguardando su regreso mezclandose con las rocas anaranjadas y rojizas que formaban parte de la montaña otoñal. Su sorpresa, fue al día siguiente, volviendo al sitio tras no encontrarse a los aguilones es que no regresaron por su nido, e incluso algunos grandes alcohones solitarios parecian haberse aprovechado de su soledad. Ahuyentó a las criaturas salvando a cuatro de los cinco huevos de manera desinteresada.

La aventura era sencilla, el recorrido era amplio y algo desgastante, pero empezaba a volverse versada en estos terrenos pedregrosos, realmente, lo era. Crestagrana distaba demasiado de otros lugares, sus cañones y montañas eran únicas, no muy bajas pero tampoco demasiado altas, habian senderos y caminos que podrían servirte si los conocias al dedillo, para un montaraz era un entrenamiento optimo, para lo que Rebecca correspondía no le molestaba de ninguna manera andar en esta región unos meses.

Entonces aquel mismo día, habiendo dudado toda esa tarde del día anterior, si realmente debería hacerlo no pensó en que Chasse iba a rechazar el obsequio después de todo era una criaturilla de las que el tanto amaba. Ella, estoica y firme, hizo más clara su mente antes de reunir coibo esa noche con el hombre humano, definitivamente había que traer a esas criaturas hasta las manos de Fournier, porque si bien no logró proteger al ave que rescató de las manos de unos bandidos, la crueldad de la naturaleza era latente, debía comprenderlo ya hubiera sido su muerte natural o no.

Denuevo miró a Chasse, aquella mañana despertina que realmente no era temprana, y le invintó a la cacería por el Trófeo que cual peregrino le dotaron con su huida aquellos halcones.